Siglo XVII

Desde luego que tengo una religión, la mía, e incluso puedo decir que soy mas religiosa que todos ellos juntos con sus mojigangas y sus charlatanerías. Yo, por el contrario, adoro a Dios. Yo creo en el Ser Supremo, en un Creador, cualquiera que sea, poco importa, que nos ha puesto aquí abajo para que cumplamos con nuestros deberes de ciudadanos y mujeres de familia, pero no tengo necesidad de ir a una iglesia a besar bandejas de plata y engordar con mi bolsillo a un hatajo de farsantes que se alimentan mejor que nosotros. Porque a ese Dios se le puede honrar de igual modo en un bosque, en el campo, y hasta contemplando la bóveda celeste, como hacían los antiguos. Mi Dios, el mío, es el Dios de Sócrates, el de Franklin, el de Voltaire y el de Béranger! De modo que no admito a esa clase de Dios que se pasea por un jardín bastón en mano, aloja a sus amigos en el vientre de las ballenas, muere exhalando un grito y resucita al cabo de tres días: cosas todas absurdas en sí mismas y en abierta pugna, además, con todas las leyes de la física; lo que nos demuestra, dicho sea de paso, que los curas siempre han estado sumidos en la mas ignominiosa ignorancia y que se empeñan en hundir con ellos a la gente.

Comentarios

  1. Amen
    Amen a la raza humana, aquellos con quienes comparten tiempo y espacio

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    Respuestas
    1. sin poder poner los acentos resulta complicado expresar lo que queria, pero espero logren entenderlo.

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