Existia en un mundo de los infelices, aquella que era la mas desdichada de todos. Aquella que acabaria con todo en cuanto tuviera la oportunidad de ello, o la fuerza necesaria. Aquella que cuando su mundo se caia a pedazos, se dio cuenta de que ese mundo no existia. Que en realidad era una farsa. Y se vio mas sola que nunca. Mas perdida. Mas angustiada. Y mas acabada que en esos años de su existencia.
Me encontraba en el invierno de mi vida, y los hombres a quienes conocí en el camino fueron mi único verano. Por las noches, caía dormida con una imagen de mi misma bailando y riendo y llorando con ellos. Tres días antes de embarcarme en una gira mundial, y mis recuerdos de ellos fueron las únicas cosas que me sostuvieron, y mis únicos y verdaderos momentos felices. Era una cantante, no una popular, que una vez soñó con convertirse en una hermosa poetisa, pero que en una serie de eventos lamentables vió esos sueños venirse abajo y dividirse como un millón de estrellas en el cielo nocturno ante el cual solía soñar una y otra y otra vez, rozagante y triste. Pero, no me importó tanto puesto que sabía que se necesita conseguir todo lo que siempre quisiste y luego perderlo para saber que es la verdadera libertad. Cuando las personas a quienes conocía descubrieron qué había estado haciendo, cómo había estado viviendo, me preguntaron por qué. Pero es inútil hablarle a personas que tienen un h...
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